En 2024, la violencia en el lugar de trabajo ya no se limita a enfrentamientos físicos o altercados violentos. La comprensión de la violencia en el lugar de trabajo ha evolucionado para incluir un amplio espectro de comportamientos como el acoso, las amenazas verbales, la intimidación e incluso las autolesiones o el suicidio. Esta perspectiva más amplia refleja la naturaleza compleja de la dinámica del lugar de trabajo moderno y los diversos riesgos a los que se enfrentan los empleados.
A medida que las organizaciones planifican el año 2025, necesitan ampliar sus enfoques de la seguridad en el lugar de trabajo. El creciente reconocimiento de la salud mental como factor crítico, la integración cada vez mayor de la VSM en los programas de salud y seguridad, las nuevas normativas legales y el cambio hacia un reconocimiento precoz de las amenazas exigen una estrategia más holística.
Este artículo explora las tendencias observadas en 2024 y ofrece una perspectiva de futuro sobre cómo las organizaciones pueden mejorar sus Planes de Prevención de la Violencia en el Trabajo (PPVT).
1. Ampliación de las definiciones de violencia en el lugar de trabajo
La definición de violencia en el lugar de trabajo ha crecido sustancialmente en los últimos años, y 2024 marca un punto de inflexión en la forma en que las organizaciones abordan esta cuestión. La violencia en el lugar de trabajo ya no se limita a los actos de agresión física, sino que ahora incluye una gama más amplia de comportamientos nocivos, desde el acoso y el abuso verbal hasta la intimidación e incluso el suicidio. Este concepto ampliado pone de relieve los riesgos emocionales y psicológicos a los que se enfrentan los empleados en el lugar de trabajo.
Para las organizaciones, esta definición más amplia requiere un enfoque más completo de la prevención. Los planes de prevención de la violencia en el lugar de trabajo (PPVT) deben abordar ahora no sólo las amenazas físicas, sino también los comportamientos que pueden provocar daños emocionales o psicológicos. Esto exige revisar los programas de formación de los empleados para garantizar que se reconocen y notifican todas las formas de violencia en el lugar de trabajo, incluidos los incidentes sutiles o no físicos.
Un plan de prevención de la violencia en el lugar de trabajo (PPVT) debe ser flexible y adaptable para dar cabida a esta definición ampliada, garantizando que se aborden eficazmente todos los tipos de amenazas. Al adoptar una definición más inclusiva de la violencia en el lugar de trabajo, las organizaciones pueden proteger mejor a sus trabajadores y fomentar un entorno laboral más seguro y solidario.
2. Mayor atención a la salud mental y la violencia de género
En 2024, se reconoce cada vez más que la violencia de género suele estar relacionada con problemas de salud mental. Los factores estresantes de los entornos laborales modernos, como el aumento de la carga de trabajo, los conflictos en el lugar de trabajo o las crisis personales, pueden dar lugar a comportamientos relacionados con la violencia de género. Cada vez más organizaciones reconocen que dar prioridad a la salud mental es esencial para el bienestar de los empleados y la prevención de la violencia laboral.
Esta mayor atención a la salud mental ha llevado a las organizaciones a invertir en recursos que apoyen el bienestar emocional y psicológico de los empleados. Los servicios de salud mental, los programas de asistencia a los empleados y las iniciativas de bienestar son ahora componentes integrales de los Planes de Prevención de la Violencia en el Lugar de Trabajo (PPVT), haciendo hincapié en que la salud mental es tanto una medida preventiva como de respuesta.
Un Plan de Prevención de la Violencia en el Lugar de Trabajo (PPVT) debe ser eficaz en la incorporación de recursos de salud mental para ayudar a identificar y resolver los problemas antes de que se conviertan en comportamientos violentos. Al abordar las causas profundas de algunos incidentes de violencia en el lugar de trabajo, las organizaciones pueden mitigar el riesgo de que se produzcan. Este cambio también anima a los empleados a buscar ayuda antes de que las situaciones se agraven, lo que contribuye a una cultura general más saludable en el lugar de trabajo.
3. Integración del Plan de Prevención de la Violencia en el Lugar de Trabajo (VPL) en programas más amplios de salud y seguridad
En 2024, las organizaciones están integrando la prevención de la violencia de género en programas más amplios de salud y seguridad, dejando de tratarla como una cuestión de seguridad. Esta integración permite a las organizaciones adoptar un enfoque más coordinado de los riesgos tanto físicos como emocionales. Los planes de prevención de la violencia en el lugar de trabajo pueden combinar las medidas de seguridad física con el apoyo a la salud mental y la formación en resolución de conflictos para crear un entorno más seguro y solidario para los empleados.
Al integrar la VPT en los programas de salud y seguridad, las organizaciones pueden desarrollar estrategias globales de prevención que aborden todo el espectro del bienestar de los empleados. La formación en salud mental, los controles de bienestar y las iniciativas de resolución de conflictos son componentes fundamentales de un plan holístico de prevención de la violencia en el lugar de trabajo.
4. Cambios legales y reglamentarios: Nuevas normas de cumplimiento
Los cambios legales y normativos de 2024 han configurado la forma en que las organizaciones abordan la violencia en el lugar de trabajo. Las nuevas leyes, como el Proyecto de Ley del Senado (SB) 553 y la Ley de Seguridad de los Trabajadores del Comercio Minorista (S8358), reflejan un compromiso creciente con el establecimiento de normas de cumplimiento claras, especialmente en sectores de alto riesgo como el comercio minorista. Estos esfuerzos legislativos están diseñados para garantizar que las organizaciones dispongan de las medidas de prevención necesarias y sean responsables de proporcionar entornos de trabajo seguros.
Para las organizaciones, cumplir estas nuevas leyes es fundamental. El incumplimiento de los requisitos legales puede acarrear multas, daños a la reputación y un aumento de la responsabilidad. Como parte de sus planes de prevención de la violencia en el lugar de trabajo, las organizaciones deben actualizar los programas de formación, revisar los sistemas de notificación de incidentes y asegurarse de que sus protocolos de evaluación de amenazas cumplen la normativa más reciente.
5. Cambio hacia la evaluación e intervención tempranas de las amenazas
Una tendencia clave en 2024 es el cambio de enfoques reactivos a proactivos, centrándose en la evaluación e intervención tempranas ante amenazas. Tradicionalmente, las organizaciones respondían a los incidentes violentos después de que se produjeran, utilizando estrategias como la formación sobre tiradores activos y los planes de respuesta a emergencias. En la actualidad, cada vez se hace más hincapié en identificar las amenazas potenciales antes de que se agraven.
Las organizaciones están adoptando modelos de evaluación de amenazas que forman a empleados y directivos para reconocer los primeros signos de violencia potencial. Estos programas ayudan al personal a identificar señales de alarma, como cambios de comportamiento, retraimiento o agresividad repentina. La intervención temprana puede ayudar a prevenir incidentes violentos y contribuir a una cultura positiva en el lugar de trabajo, donde los empleados se sientan apoyados y escuchados.
Un plan integral de prevención de la violencia en el lugar de trabajo debe centrarse en el reconocimiento precoz de las amenazas y proporcionar a los empleados las herramientas necesarias para hacer frente a la violencia potencial antes de que se intensifique.
6. De cara a 2025: En qué deben centrarse las organizaciones
Las organizaciones deben dar prioridad a los programas de formación continua y sensibilización que abarquen todas las formas de violencia de género, incluidos el acoso y la violencia relacionada con la salud mental. Invertir en recursos de salud mental y fomentar una cultura de comunicación abierta será fundamental para mitigar los riesgos. Además, las organizaciones deben permanecer atentas al cumplimiento de las nuevas normativas legales y adaptar sus políticas según sea necesario para adelantarse a los cambios normativos.
Un Plan de Prevención de la Violencia en el Lugar de Trabajo (PPVT) debe ser eficaz y adaptable, incorporando evaluaciones de amenazas, apoyo a la salud mental y cumplimiento de las normas reglamentarias. La intervención temprana también será un área clave de atención. Al dotar a los empleados y a la dirección de las capacidades necesarias para reconocer los primeros signos de alerta e intervenir antes de que las situaciones se agraven, las organizaciones pueden crear entornos de trabajo más seguros.
- Flexible y adaptable: Debe dar cabida a una amplia gama de tipos de violencia, desde la agresión física al daño psicológico, y evolucionar a medida que surjan nuevas amenazas.
- Eficaz: Debe abordar activamente todo el espectro de la violencia laboral, incluidos los riesgos relacionados con la salud mental y las señales de alerta conductuales.
- Integrado en los programas de seguridad existentes: Debe formar parte de un marco más amplio de salud y seguridad, garantizando una respuesta coordinada a los riesgos tanto físicos como emocionales.
- Responder a los requisitos legales: El plan debe estar al día de los cambios normativos, garantizando el cumplimiento de las nuevas leyes y normas del sector.
- Centrado en la intervención temprana: Debe hacer hincapié en la identificación de las señales de alarma y abordar las amenazas potenciales antes de que se conviertan en violencia.
- Apoyo a la salud mental: Los recursos de salud mental deben ser un componente clave, ofreciendo a los empleados acceso a asesoramiento, programas de asistencia e iniciativas de bienestar.
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